Ella








Es esa sensación placentera que sentía al momento que estaba conmigo, que estaba junto a mí. Noches de inquietante complicidad, noches que le dedicaba a ella sabiendo que me haría daño. No sé quien buscaba a quien, sólo sé que mi cuerpo sentía ese fervor cada vez que entraba en mi. Sus momentos fueron agradables, le gustaba confundirme o quizás yo estaba confundido y me hacía ver lo que mis ojos y mi mente se limitaba a hacer. 
Cuando estaba con ella los segundos eran horas, las palabras eran incomodas; era vulnerable al dolor pero también a la felicidad. Nunca estaba sola, siempre le gustaba estar rodeada de personas de forma oculta, jamás estudió, a lo contrario, le gustaba que la estudiaran. No tenía religión. Pasaba de mano en mano pero no era prostituta. Su casa era tan pequeña como el bolsillo de un pantalón y podía estar en todas partes, pero aún así, era difícil conseguirla. Nunca creyó en nadie, para ella alguien era un simple juego como lo fui yo y como han sido muchos. Se veía tan pura como el blanco de su color de piel pero su imagen engañaba; esa era la forma de atrapar. 
Siempre me tomaba por sorpresa aunque ya sabia que estaba cerca de mi por su característico olor. No usaba el mejor perfume del mercado y tampoco le importaba. Tenia mucho poder de convencimiento para personas con mentes débiles como la mía, esa quizás también fue la razón por la que nos encontramos. Sabía que no me gustaba estar mucho a su lado, pero esas ocasiones con ella eran intensas: me despertaba, me desvelaba, me estimulaba, me animaba para luego desaparecer sin dejar alguna señal de donde pudo haber ido. Ella sabía donde podía encontrarla, pero eran suposiciones mentales que te dejaba al día siguiente. Nunca le gustaba que nadie estuviese seguro de su paradero. Así es ella, te arrastraba y te soltaba cuando tu mismo al verte al espejo te desconocieras. Así es ella.

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